ntre otros suplementos alimenticios que se han investigado cuidadosamente y que son necesarios para eliminar los depósitos tóxicos, está la niacina , de la familia del complejo B, de la que en general hay un concepto equivocado. Como Ronald explica a continuación, su examen de esa vitamina fue largo y extenso. De hecho, mucho antes de que el abuso de drogas se convirtiera en una plaga universal, la niacina había sido un tema de estudio preciso como antídoto para la exposición a la radiación. La historia completa de lo que aquí se alude en relación a las pruebas de armas atómicas realizadas en personal militar de los Estados Unidos se encuentra sin duda entre los sucesos marginales más sombríos del siglo XX. Porque con un conocimiento absoluto de lo que puede derivarse de una exposición excesivamente alta a la radiación, se destinó intencionadamente a unos dos mil marines a menos de 5 kilómetros del emplazamiento de la mayor prueba atmosférica con arma nuclear nunca antes realizada dentro del territorio continental de los Estados Unidos. Las consecuencias, en cuanto a grupos de personas con cáncer y enfermedades relacionadas resultantes, fueron devastadoras; y aún más cuando se analizan los índices de leucemia en las poblaciones situadas a favor del viento. Sin embargo, como también se hace referencia aquí, la niacina demostró ser por sí misma un catalizador extremadamente efectivo para la descarga de la radiación, y continúa demostrándolo a raíz de los escapes producidos en reactores nucleares.
![[Imagen]](img/pg36_1.jpg)
Los casos son sorprendentes y a menudo milagrosos, y en ellos las quemaduras por radiación salían según el patrón exacto en que se recibieron originalmente. Por ejemplo, de los 2.100 marines que participaron en las pruebas nucleares de Nevada de junio y julio de 1957, llega este informe inicial:“Nos dijeron que nos agacháramos en la zanja y que nos tapáramos los ojos con los antebrazos. Cuando se produjo la explosión, podía ver el hueso de mi brazo con los ojos cerrados... Fuimos arrojados de un lado a otro en aquella zanja. Fue como si una estampida de ganado pasara por encima de nosotros. La fuerza y el calor eran tremendos. Teníamos quemaduras en la nuca. No se nos preparó de antemano para nada de esto... Éramos tan inocentes como niños hasta que esa bomba iluminó el cielo tan intensamente como si fuera de día y yo me di la vuelta y vi detrás de mí un maniquí con la cara en llamas”.
Después de inscribirse en el programa de Purificación, unas dos décadas más tarde (y después de innumerables males físicos), apareció un enrojecimiento que correspondía exactamente a las quemaduras en el cuello antes mencionadas y después desaparecieron con rapidez. De manera similar, una mujer víctima del bombardeo de Hiroshima nos contó que descargó un enrojecimiento que correspondía con exactitud a quemaduras producidas por el fogonazo que entró por la ventana de su apartamento de Hiroshima. Pero lo que es más importante, ambos casos informaron, además, de mejoras igual de notables en la salud, lucidez de pensamiento y aumento de la vitalidad”.
